viernes, 27 de marzo de 2009

Repulsivamente cursi-clicheada

Esta es la cursilería y clicheadez que escribía el titán* a sus tiernos 17 años:


Desorden


Levanta la mirada, tras colgar el teléfono. A media luz, como le gusta, va recorriendo el cuarto. El mueble sobre la puerta con el hada colgando, la tienta de ir y buscar su diario del año pasado. Pero se convence a tiempo de que de nada va a servir leerlo. No va a ser constructivo.

Recorre la cómoda. Libros. Revistas. Portarretratos. Regalos. Collares. Hebillas. Flyers de bandas. Un parche sin colocar. Se ve todo tan normal.

La estufa eléctrica en el piso la ilumina en su giro mientras lee un libro clásico, el primero que encontró a mano. Lo lee, pero no se concentra. El sueño de anoche la dejó perpleja.
Enredada en esa cama, en ese escenario, a la vista de todos, con él que una vez quiso y con el que ya no está. Vergüenza. Sí, eso siente. Porque de repente recordó a Freud, su teoría de los sueños y los deseos reprimidos. Y Freud pierde credibilidad para ella. Porque ése, que la tocaba y la hacía estremecer en sueños, no es quien ella desea.

Nota mental: no darle importancia al libro de Freud que está en la repisa del hall.

Sigue mirando su habitación. Se detiene en la silla. Toda esa ropa colgada ahí, desordenada. Debería acomodar un poco, pero le faltan ganas; le gusta estar en el suelo, sobre los almohadones, frente a la estufa y con ese volumen usado de Boquitas Pintadas . Se imagina qué historias tendrá quien antes lo poseía, por qué lo vendió, cómo fue a parar a esa cueva llena de libros usados que está sobre avenida San Martín, a unas cuadras de su casa.
Distraída, mira la cama. Sonríe cómplice. Se ríe de aquel a quien no reconoció la noche anterior. Será porque en ese tiempo él era diferente, no lo sabe. Mucho no le interesa. Lo que le interesa es guardar todos los murmullos que le dejó en la cama, a modo de colección privada. Quizás por eso sueña con él.

Murmullos 1 - Freud 0.

Pero toda su vida está concentrada en otro, en el que viene y va, en el que despertaba los celos de aquel repartidor de murmullos. El que no es para ella, el que los amigos no quieren, el que mamá desaprueba y el que papá detesta. El que ella ama.
Secretamente, tenía la ilusión de verlo anoche. Ilusión que no confesó a sus amigos. Ilusión que guardó, por miedo a que se la robaran.

La carpeta de matemáticas descansa abierta sobre la cama. Nunca pensó que explicar cambio de variables por teléfono fuera tan sencillo. Nunca pensó que entendería algo de matematicas. Pero hace un esfuerzo. Unos meses más, y ya las ciencias exactas se jubilan de su vida.
Se le mezclan ganas de escuchar música, de dormir y salir a caminar. Todo al mismo tiempo.

Baja la vista, sentada frente a la estufa que sigue girando. Mira su escote. Bueno, algo bueno le han dado en esta vida.

Vuelve a levantar la vista. La habitación es un desorden, su mente es un desorden.

Divina adolescencia, piensa.


titan*

1 comentario:

Vicioso Circulo dijo...

Eso es cursi para vos??!!!

HE ESCRITO COSAS PEORES. SABELO!!!

Aterradoramente peores...

Buuu... patético...

Igual, con suerte voy a terminar venidendo panchos en Once, asi que... (pero qué lindo va a quedar mi carrito de panchera con el título colgado de un piolín...)

C'est la vie!!!!!!!

Dama Duende en un ataque de pesimismo...